sábado, 25 de junio de 2011

Lo mejor es aceptarlo.

Cuando las cosas se complican... Cuando la vida nos da la vuelta, cuando lo sencillo se vuelve imposible, cuando lo obvio se vuelve ilógico.
Y nos preguntamos ¿En qué momento?, tratamos de entender cual fue el momento exacto donde todo comenzó a cambiar, cuándo fue que las cosas se nos salieron de las manos. 
Dicen “Si quieres hacer reír a Dios... cuéntale tus planes”. Así es, nos pasamos la vida planeando cosas que muchas veces (por no decir “casi siempre”) no nos van a funcionar. 
Vivimos en un mundo de cambio constante, entonces haciéndonos conscientes de esto, ¿Cómo es posible que sigamos haciendo planes a futuro?; Sabemos que la vida siempre nos da la vuelta, la cantidad de posibilidades son infinitas, ningún camino es cierto; Al igual sabemos que necesitamos darle un sentido a nuestra vida, pero una cosa es darle sentido a la razón de porqué estamos y otra es intentar adivinar qué procede. 
Si nada es seguro, entonces pierde sentido el planear las cosas, aparte de que sí el mundo cambia, nosotros también y entonces sucede que los planes que teníamos en algún punto ahora se ven como ideas utópicas de una realidad disparatada. 
El cambio, es una realidad en nuestro presente, el cambio existe y sucede, es continuo y constante. 
Cuando pensamos en los planes que teníamos hace 3 años ya no suenan lógicos, ya perdieron el sentido, por que ya no somos esas personas; Porque hemos ido creciendo, hemos cambiado de ideas, hemos ELEGIDO otro camino, en el que nuestros antiguos intereses no tienen valor.
El libre albedrío es la capacidad que tenemos de elegir, el simple hecho de tenerla nos hace presas del cambio, pues nos da la opción de cambiar de opinión, de cambiar de camino. 
Día a día cambiamos, crecemos, maduramos, aprendemos, es imposible mantenernos estáticos, pues no somos objetos fijos sin vida, la velocidad en la que se mueve el mundo actualmente nos hace cambiar más rápido de o que deberíamos, nos obliga a acoplarnos a su ritmo y a sus condiciones. 
Me han dicho que el cambio, duele. Y sí, duele que las cosas cambien, pero nos ayuda, a mejorar como personas, a formar parte de un todo, a crecer y las otras cosas ya mencionadas. El cambio no es fácil de manejar, pero es mejor lidiar con él, que sufrir por un pasado que sabemos que ya dejamos atrás.
Hay que aprender a manejar el cambio, debemos tomar las cosas de la mejor manera “Al mal tiempo, buena cara”, aceptar que las cosas no son como antes, dejar lo pasado atrás, no vivir arrepentidos de nada y aceptar las consecuencias de cada una de nuestras decisiones.  

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